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miércoles, 12 de junio de 2013

El ritual de una copa a medio llenar

Recuerdo que esto se había convertido en un ritual para nosotros.
Llegar a casa, después de un día largo.
Cansada de tratar con mis estudiantes adolescentes y tu, cansado de libros, de leyes y de obligaciones morales.
Llegar a casa y contarnos todo lo malo y todo lo bueno que nos haya sucedido.
Llegar a casa y esperar encontrarnos.
En el trayecto a casa esperaba encontrarte para poder abrazarte, para besarte y decirte cuanto te había echado de menos.
Llegar a casa y hacerte el amor, eso también se había vuelto un ritual.
Sacarte la ropa, acariciar tu piel y hacerte mio; dejarte mi labial por tu pecho y mis uñas marcadas en tu espalda.
Amarte, era el ritual que mas amaba.
Recostarnos, agitados de nosotros, de nuestros gemidos, de nuestros latidos.
Recostarme sobre tu pecho y pronunciar tu nombre seguido de un Te amo.
Recogerme el pelo e ir por una copa de vino para ambos.
No bebía nunca, pero tu y tu maldita costumbre de una copa nocturna me habían corrompido.
¿Y ahora?
Te has ido, y al llegar a casa me encuentro con una casa vacía, una cama fría y un labial intacto.
Solo me quedo de ti, el ritual de una copa a medio llenar.



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